INTRODUCCIÓN

En la introducción a este trabajo de investigación en torno a los juegos tradicionales y populares, queremos, en primer lugar, agradecer muy sinceramente la colaboración de los alumnos y de las familias de alumnos del I.E.S. “Alonso de Orozco” de Oropesa (Toledo), ya que, sin las informaciones que unos y otras nos han aportado, no hubiera podido en ningún caso realizarse la parte esencial de nuestro estudio. Y sirva, de paso, la puntual y fructífera colaboración de profesores, familias y alumnos como buena metáfora de lo que siempre habría de ser la educación, esto es, un proceso colectivo a tres voces en el que el aprendizaje no es posible sin la asistencia conjunta y cooperadora de estos tres elementos imprescindibles.

Los teóricos parten del principio de que el juego es un hecho que acompaña a la humanidad desde el inicio de su existencia, tanto individual como colectiva. Esto es mucho más evidente aun en el caso de la infancia, donde el juego se convierte, imperceptible y placenteramente, en un instrumento básico, casi iniciático, de socialización.

A través de los juegos, los niños aprenden normas y reglas comunes, creencias y valores, pautas y disciplinas inherentes al comportamiento social, reconocen el entorno físico en el que se desenvuelven, desarrollan el lenguaje y las habilidades psicomotrices, descargan tensiones y violencias y ejercen el autocontrol, afrontan con autonomía la resolución de conflictos y forman, jugando, parte de una comunidad, todo ello de un modo lúdico, espontáneo, placentero y colectivo. No dedicaremos más tiempo a reconocer las ventajas y valores que el juego implica en cualquier tiempo y sociedad, puesto que se trata de una evidencia universalmente reconocida.

Debemos, sin embargo, hacer algunas consideraciones sobre la actual interpretación que se hace del juego como concepto. No se olvide que nuestro presente trabajo se centra en el análisis de los llamados juegos populares y tradicionales, de orígenes y evolución inciertos, puesto que, al tratarse de juegos transmitidos de padres a hijos, de generación en generación durante siglos, no han merecido hasta tiempos muy recientes una investigación historiográfica, etnográfica o antropológica que permita disponer de una abundante bibliografía específica. No en vano recurrimos hoy a la memoria de nuestros mayores para recopilar informaciones sobre juegos que, de otro modo, acabarían por perderse entre la indiferencia general de los que nunca tuvieron ocasión de divertirse con tales juegos.